La esencia del hombre es el deseo
Esta sentencia de Spinoza no podría ser más acertada. Nacemos dotados de una serie de necesidades que experimentamos como deseos. En otras palabras, el deseo es la conciencia de una necesidad, de una falta o carencia, o la anticipación de una recompensa. El deseo es un impulso que surge espontáneamente, capaz de originar movimiento, de activar una acción orientada a su satisfacción. Toda nuestra vida está regida por él, hasta el punto de que cuando el deseo se desvanece -como ocurre en el caso de la depresión-, ya no se sabe vivir.
Esta sentencia de Spinoza no podría ser más acertada. Nacemos dotados de una serie de necesidades que experimentamos como deseos. En otras palabras, el deseo es la conciencia de una necesidad, de una falta o carencia, o la anticipación de una recompensa. El deseo es un impulso que surge espontáneamente, capaz de originar movimiento, de activar una acción orientada a su satisfacción. Toda nuestra vida está regida por él, hasta el punto de que cuando el deseo se desvanece -como ocurre en el caso de la depresión-, ya no se sabe vivir.
Siempre ha interesado esta relación entre necesidades y deseos. La Pirámide de las necesidades de Maslow, estructuradas jerárquicamente, es un buen ejemplo.
Desde aquí pensamos que existen tres necesidades fundamentales: bienestar, vinculación social yampliación de nuestras posibilidades (autonomía, independencia, creatividad, logro, poder, etc.).
Estos deseos primarios engendran los deseos concretos; de ellos brota nuestra energía. De modo que, para motivar a alguien -o a nosotros mismos- es imprescindible activar alguno de estos deseos básicos, o relacionar la meta con alguno de ellos. Siempre se ha de remitir a alguna de estas necesidades. Todo parece indicar que no podemos crear deseos nuevos. Pero sí podemos ampliar o hibridar los que ya se tienen.
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